Blog para estudiantes de medicina y futuros estudiantes de MIR

viernes, 20 de enero de 2017

¿Hay enfermedades de clase?


"Los humanos, como cualquier cuerpo físico, tendemos al reposo" Un profesor de Biofísica de una facultad de medicina española.

El otro día, en la consulta de traumatología observé un curioso fenómeno. Había pacientes que cumplían todos los requisitos para poder ser operados y, sin embargo, rechazaban la operación porque la baja laboral asociada al periodo de recuperación de la cirugía y el tratamiento rehabilitador posterior les podría suponer la pérdida de su puesto de trabajo.

El rechazar un cirugía supone, para este tipo de pacientes, el continuar con un dolor crónico durante toda su jornada laboral. Si a esto le sumamos que muchas de las lesiones que originan dolor o molestia crónicos y que, para más inri,no pueden ser controlados con un tratamiento conservador, son consecuencia de la actividad laboral nos encontramos ante un fenómeno, de entrada, bastante particular.

Particular porque se invierten las tuercas del sistema a varios niveles. El paciente rechaza el tratamiento que le recomienda el médico por miedo a perder un trabajo que asocia una exigencia física importante, exigencia física que no puede completar con total eficacia porque siente un dolor muy molesto. Como un pez que se muerde la cola.

Por otro lado y pasando a  relacionar el concepto de "enfermedades de clase" a otra patología diferente, pero al igual que la traumatológica, muy prevalente, la patología cardiovascular. Los pacientes con cardiopatía isquémica suelen ser obsesos, fumadores, sedentarios, con malos hábitos alimintarios. Es decir, reúnen todo aquello que los médicos nos decían cuando éramos pequeños "no fumes", "come mucha verdura y pescado que son muy buenos", "haz ejercicio" y un largo etcétera de hábitos de vida saludables.

Un día conocí a una paciente que contaba que haciendo cuentas salía más barato hacer una comida abundante a base de cheeseburgers en un restaurante basura, que comprar comida para desayunar, comer y cenar. Las cheeseburgers le saciaban tanto a ella y a sus hijos que podían aguantar "comidos" toda la semana. Lo que no sabía ella es que esa "bomba" diaria le había provocado una DM2.

Esos millones de obsesos que llegan a consultas ¿tienen tiempo para hacer deporte después de jornadas de 10 horas? ¿tienen a caso dinero para irse a un gimnasio o contratar a un entrenador personal que te define a la perfección los abdominales? Antes de despreciar al paciente, decir que es un "incumplidor" y "que no nos hace ni caso" deberíamos de poder conocer si está capacitado para ello. Muchas veces, los médicos pecan de la distancia que les da haber estudiado medicina, de saberse las complicaciones de la enfermedad que acaban de diagnosticar para subirse al pedestal de las lecciones de moralina.

Por supuesto que hay gente con malos hábitos de una forma totalmente intencionada en todas los sectores de la sociedad, pero es más sencillo comer sano, hacer dieta e ir al gimansio a rebentarte los músculos o hacer spinning cuando se tiene tiempo y dinero para ello. Sino se puede es fácil caer en la tentación de optar por la vía rápida y cómoda.

¿Rechazar el tratamiento por miedo a ser despedido? ¿comer cheesburgers porque tienen un mayor efecto saciante, como si fueran fármacos de vida media larga? Saquemos conclusiones. Vamos a asumir como sociedad a una población más enferma, más agotada, con mayores niveles de ansiedad por tener unas condiciones pésimas en el trabajo. La OMS dijo que en 2025 la mayoría de bajas laborales y discapacidad serán consecuencia de enfermedades psiquiátricas, muchas de ellas, asociadas al estrés laboral.





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